lunes, 11 de abril de 2016

las columnas de Hércules

El número 9 de la Revista Hércules, incluía una entrevista que me realizó la Poeta y Agitadora Cultural Nuria Ruiz Fernández, autora de una delicada obra: Bitácora de un viaje a Tánger sin retorno. Recibí un ejemplar de la revista en casa, casi coincidiendo con el fallecimiento de David Bowie... y otras circunstancias igualmente difíciles... sigo llorando a Bowie, pero Nuria merecía mi agradecimiento que, no sé, no creo, dudo haber expresado con la intensidad que merece. Aquí, para aquel a quien pueda interesar, la citada entrevista, con la bella intro que Nuria osó regalarme... gracias, siempre!

Nuria Ruiz

Me gusta entrevistar a los escritores que leo para poder así conocer mejor su obra. Pablo Cerezal es uno de ellos. Un título, Los Cuadernos del Hafa, me llevó a conocer al escritor. El Hafa, ese acantilado que mira insolente la "calle de agua" que nos separa, apareció ante mí un día. Contacté con su autor a través de facebook, esa plataforma digital que más que calle es un océano donde navegan almas sin patera, a corazón abierto, buscando alguien que les lance un salvavidas. Conseguí que me enviara un libro a través de un amigo, aunque no lo tengo firmado. Eso está pendiente, y él lo sabe.

Cuando me zambullí en Los Cuadernos del Hafa, me transporté en el tiempo. Este es un libro para leerlo de madrugada, en penumbra, y cerrar los ojos cada vez que pasas una página. Durante todo el recorrido por Marruecos, a veces real, a veces onírico, donde se cruzan pasado y presente, me hice compañera de William S. Burroughs, de Brian Jones, de Jane Bowles, de Brion Gysin, esa generación underground de los 60 que reviven en la fantasía del protagonista. Pero también me sentí la compañera imaginaria de Pablo, recorriendo a su lado realidades de un Marruecos, presente, que se oculta a los ojos del turista.

Un rompecabezas que sólo Cerezal sabe componer, descomponer y volver a componer mientras el lector, atónito, viaja hacia atrás y hacia adelante, en un "flash back" que te deja sin aliento. Él, que es un buen lector, sabe lo que significa llegar a la última página y saber que ya nay nada más, te encuentras con el abismo, con un acantilado, con un Hafa, y sólo quieres andar lo desandado.

Pablo Cerezal, para mí el mejor escribiente de la realidad marroquí después de Mohamed Chukri.

Ha sido un placer lerte y entrevistarte.

P: Naces en Madrid en el 72, te licencias en Derecho y los primeros años de tu vida laboral los dedicas a actividades financieras. ¿Qué te hace cambiar el rumbo y dejarlo todo por destinos "más inciertos"?

R: Es una pregunta sencilla, pero de respuesta compleja. Creo que ese cambio de rumbo fue la resaca de un explosivo cóctel formado a partes iguales por impulso de huida hacia adelante, necesidad de viajar y exceso de hastío. Supongo que, al final, el detonante fue que por aquellos tiempos leía demasiado a Gil de Biedma, y me dolía mucho ese "que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde". No obstante, respecto a lo que indicas de destinos "más inciertos"... te agradezco el entrecomillado, porque creo que no hay nada más incierto que permanecer anclado a las comodidades apócrifas del sofá del salón y la silla del despacho.

P: Se te conoce como "un escritor errante", has viajado por ciudades tan entrañables como inhabitables. ¿De todos los países que has recorrido, cual te ha dejado más huella?

R: Todo país visitado deja huella si te relacionas, por poco que sea, con sus gentes. Yo me alegro de poder asegurar que cada país que visité me dejó profunda huella. Como todo, esto tiene su parte negativa, y es que a día de hoy me habitan la piel tantas huellas que, a veces, temo haber perdido las mías.

P: Tu primer libro se titula Los Cuadernos del Hafa. ¿Por qué elegiste este lugar de Tánger para tu libro?

R: Aunque suene a tópico: yo no elegí el Hafa, el Hafa me eligió a mí. Durante un amplio período de mi vida, el Hafa y Tánger han sido, para mí, epicentro de pulsiones animales, de esas que te reconcilian con tu naturaleza, con lo que eres. Mi primera novela no podía girar alrededor de otro ámbito. Tánger es frontera. El Hafa es frontera dentro de Tánger. Como toda frontera, contienen los elementos precisos para gozar y sufrir. Lo disfrutado y soportado allí reclamaba mis palabras. Además, para rizar el rizo, soy un mitómano empedernido, y pocos lugarres tan míticos como el Hafa.

P: Después de recorrer Marruecos, ¿qué impresión tienes de ese país y de sus gentes?

R: Marruecos es uno de esos ámbitos geográficos en que quien gusta de viajar desearía perder calendarios y brújulas, un país que se ríe de todas las recomendaciones de guía turística, una geografía que desorienta clichés y tópicos. Las gentes de Marruecos se encuentran entre las más hospitalarias que he llegado a conocer. Pero su hospitalidad puede trocar rechazo extremo sin que llegues a comprender el motivo. Intentar discernirlo es una de las avnturas más fascinantes que se pueden emprender.

P: Eres un amante de la buena música, y en Los Cuadernos del Hafa lo desarrollas perfectamente. Háblame de la música, ¿qué significado tiene en tu vida?

R: Debería releer a Freud, a ver si logro comprender por qué no concibo la vida sin música. Seguro que tiene que ver con el sexo. De hecho, ya lo explicó Rimbaud en su poesía, los cuerpos pueden escucharse. El caso es que podría escribir mi biografía hilvanando acordes musicales. Mi vida se escribe con canciones. Lo que yo hago luego, al escribir, es simple balbuceo. Tal vez sólo escriba porque soy un músico frustrado. Y además, ya lo dejé escrito en algún lugar, una canción te puede salvar la vida. Como cualquier otra creación artística, por supuesto, pero con mayor inmediatez. El fulgor de una canción puede deslumbrarte, a la primera escucha, para siempre.

P: Tu segundo libro se titula Madrid-Cochabamba (cartografía del desastre), escrito compartido con el escritor Claudio Ferrufino-Coqueugniot. Para quien no lo conozca, descríbeme a ese escritor.

R: ¿Describir a Claudio? A Claudio es imposible describirle. A Claudio hay que leerlo. Claudio cultiva una de las prosas más sublimes y desconcertantes que tengo el honor de conocer. Claudio degüella el verbo y juega con sus vísceras como lo hacía Francis Bacon con los volúmenes. Es una máquina de aniquilar clasificaciones literarias, un grande de los que muy de tanto en tanto aparecen para descubrirnos lo sublime de la palabra sentida. Aparte, él, Claudio, la persona, es de los que demuestran que antes se es animal que escritor, que para escribir hace falta haber vivido, y que no por ser un Maestro has de ser igualmente un imbécil. Deberíamos dejar de lado nuestro estúpido nacionalismo cultural y saltar fronteras. Allende las nuestras -me refiero a lo que se considera Occidente- se encuentra el arte más vivo que podemos disfrutar a día de hoy. Claudio es uno de los muchos olvidados de la Literatura... porque es boliviano, porque escribe por necesidad, porque no busca prebendas ni agasajos. A Claudio, insisto, hay que leerlo.

P: ¿En tu segundo libro también aparece la música?

R: Por supuesto. De hecho, de entre los 12 apartados en que se divide el libro, el primero es "Músicas". En este caso, además, al tratarse de una obra decididamente autobiográfica, tanto Claudio como yo desarrollamos, a través de nuestras vivencias, todo eso que intentaba explicar antes sobre la importancia de la música en mi vida -también en la suya-.

P: ¿Qué diferencias y qué cosas comunes existen entre tu primer y segundo libro?

R: La diferencia más evidente es que esta es una obra escrita a cuatro manos. Si bien Madrid-Cochabamba podría funcionar perfectamente como dos obras independientes de dos autores distintos, está concebida de tal manera que perdería la esencia en caso de que fuesen separadas. El resto de diferencias que puedan existir creo que es labor de los lectores el descubrirlas. Para mí, cada obra es una pieza más de un conjunto literario, y mi capacidad de análisis a este respecto es más bien limitada cuando ya estoy con otras dos finalizadas y avanzando en una tercera. En común... me ocurre lo mismo, aunque sí puedo decir que, como pieza del conujunto literario que intento poner en pie, sin prisa, continúa indagando en los vericuetos de la experiencia vivida, con todo lo que de contradicción y juego puede haber en ella. Y, por supuesto, creo, coinciden ambas en mi amor por la palabra.

P: En cuanto a la actualidad, tú que has viajado tanto, ¿piensas que hay refugiados de primera y de segunda clase?

R: Un refugiado es una persona atacada y herida en lo más profundo de su ser. Lo lamentable es que somos nosotros quienes desvirtuamos el mismo adjetivo con que hemos desprestigiado a dichas personas. "Refugiado" es el que obtiene refugio, y hoy pocos de los que lo necesitan lo tienen. Refiriéndonos estrictamente a las personas que se quieren englobar en ese término, aseguro que cualquier migración no deseada, por el motivo que sea, es una herida demasiado profunda. Nosotros, lo que vivimos cómodamente, somos quienes adjetivamos a estas víctimas y las dividimos en categorías, aplicando a cada una distinta importancia. Todo forma parte del mismo juego, todo sea por alimentar a los medios de desinformación que nos manejan, y por añadir cifras a las de las cuentas bancarias de aquellos a quienes nada importan las personnas si no producen beneficio económico. Pero hoy todos los refugiados son de segunda, por esa misma causa: lo que hoy es mediático dejará de serlo en un par de días. Luego está África... que dejó de ser mediático hace tiempo, o nunca lo fue.

P: Has dado una charla sobre drogas y literatura en Bolivia. ¿Por qué este tema es recurrente en tus escritos?

R: Las drogas son un medio para alcanzar con rapidez estados de consciencia que son de más difícil acceso en estado de sobriedad. A nadie le disgusta, de tanto en tanto, ante la imposibilidad del viaje físico, emprender uno mental. Imagino que soy una persona demasiado vehemente o intensa, y a veces la vida se me antoja en exceso lineal. Eso no quiere decir que precise de las drogas, pero tal vez sí de las experiencias de quienes las tomaron o las toman. Me apasiona cualquier manifestación artística o creativa, y es indudable que estas serían menores (en número y calidad) si no existiesen o hubiesen existido las drogas.

P: En uno de tus post dices "para escribir hace falta salirse de la realidad" pero tú siempre escribes en primera persona. ¿Es real o pura imaginación lo que escribes?

R: No hay nada más real que lo ficticio... y viceversa.

P: ¿Se puede conocer a Pablo Cerezal a través de su obra?

R: Si alguien llegase a tener interés en conocerme, desde luego, mi obra sería lo más inmediato... hasta que pudiésemos compartir un vino y una charla.

P: Por último, di unas palabras sobre la revista Hércules. ¿La recomendarías?

R: Cualquir emprendimiento orientado a expandir lo cultural, lo creativo, la sensación, merece el mayor de mis respetos. Si, además, se orienta igualmente a tender puentes y dinamitar fronteras, me quito el sombrero que no tengo. Hércules aúna estas dos concepciones de la cultura, y logra transmitirlas al lector atento. ¿Qué mas se le puede pedir a una revista cultural?