... vengo de una medianoche acunada a lomos de bahía norteña... de un atardecer que huele a café recién acunado al mimbre de un sueño... aunque sólo debería prepararse por la mañana, lo sé, Arábica me ruge aún la piel y el paladar... y sé que sólo debería prepararse en la mañana, cuando papilas y pituitaria vienen atropelladas de exceso que, en el remolino opaco del café, como en el sin color de la lavadora, debería quedar bien adecentado... como las culpas que se centrifugan para nunca quedar aniquiladas... mira, espantado, cómo se amarran a un retazo de sueño que delineará montaña rusa en las tecnologías de los tiempos obligados a caminar el cable funámbulo de una vida sana... mientras, afilo el olfato y me pregunto por qué no brillan mis uñas igualmente afiladas... tal vez porque su cutícula ya se ha otorgado nacionalidad de temperatura blanca... tan blanca como ese ruido que nos arrulla en la huida negritud de unas sábanas soñándose sombra en escapada cuando el blackout de lo cotidiano... cada día una fiesta, me advierte el olfato y me pregunta, mirándose al reflejo ojeroso que escupe el espejo: si no, de qué otro día... para qué si al amanecer las sirenas no tienen dedos en los pies y no caminan la cuerda floja...
lunes, 17 de noviembre de 2025
midnight on the bay
«Cuando no tengas fe ni yerba de ayer secándose al sol».
Francisco Umbral
sábado, 1 de noviembre de 2025
naufragio del poema
«Las secciones rítmicas son criaturas muy sensibles»
John Paul Jones
Cada disparo un naufragio. La
vida es un escenario. Un pelotón de fusilamiento rebañando la sopa fría de la
noche detenida en el impacto. Un cráneo. Esquirlas y remembranzas más o menos
plañideras por los muertos que ya fueron. Esos de que nos rodeamos, incautos,
creyéndonos a salvo del pasado.
Añil de lumbre y fucsia de espanto
en la garganta profunda de un tajo expuesto como cantar aniquilado.
Vidriosa mirada
la del vaso cuando licores de ayer lo han traspasado.
No hay más copa que la del sostén de los pechos del verbo. Todo lo demás es literatura y, por tanto, engaño.
No hay más copa que la del sostén de los pechos del verbo. Todo lo demás es literatura y, por tanto, engaño.
Mentira de un trago diseccionado para beneplácito de las entrañas en fervor de aplauso y acidez de estómago a trasmano. Tememos portar la lógica del espanto. Nos
asusta la verdad cuando revelada. Ansiosos por seguir habitando nuestro propio engaño, nos desgañitamos y le buscamos la espalda a la luz allá donde invertebrada.
Es
hasta cierto punto cruel saber que pocos comprenderán esto, que es un poema sin
poetas y, por tanto, un poema bastardo. Sólo extranjero de ti, poesía, me siento extraño.
Un poema es una isla y la poesía, tal vez, sea el
náufrago, atlante novicio de espumas y acantilados.
Más allá de toda etimología, la extranjería es extraña. Y asumo que pocos comprenderán poco y muchos no entenderán nada. Como el ingeniero
de sonido que acompañaba a Jimmy Page mientras este mezclaba «Whole lotta love»
y naufragaba soñando revivir a un náufrago.
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