jueves, 17 de octubre de 2013

poemas de la quietud (siguiendo el rastro de lluvia de la voz de Chinoy)

Que hay otras realidades...a nadie se le escapa. Que hay otras músicas alejadas de los cánones pero aquejadas de los mismos dolores...quizás no sea tan evidente. Pero en el Planeta Sur, al otro lado del Atlántico, hay voces que para sí quisiera Bob Dylan si volviese a nacer, y letras que ya desease el bardo estadounidense reinventar. Claro, que estas letras son, quizás, más de todos los que aprendimos a pronunciar la ñ, por mucho que nos empeñemos en clamar por el Nobel para el autor de A Hard Rain's A-Gonna Fall. Pero lo importante, al fin, es que, a uno y otro lado del Imperio, se viste de primeras nupcias una lluvia que todo habrá de arrasarlo...

las nubes ronronean
un torpe rumor de humedad
y la tierra crepita líbido
con tonada de tormenta inminente

los puestos callejeros
toman nota de los cielos
y comienzan su agria danza
de pan de ayer fruta fea
y mercadería en desbandada

amas de casa recuerdan
haber olvidado 
en la quietud ebria de la cocina
la nota que les recordaría cuántos tomates precisa
el guiso que al día siguiente alimente a la familia

un cancionero culpable
de brazos esclavos de bolsas
demanda abolición de taxis
desdibujando sombras a la orilla
de caminos calles y calzadas

boliches peluquerías colmados
inician naugragio en perfiles
que no quieren dar la cara
a la meteorología fiera
de nubes que han de sembrar rastro

yo añoro el caldo de nube
que me aderece la calma
con que paseo las calles
de la ciudad y la nada

...y en mi mente la estridencia aterciopelada de la voz de un joven chileno: Chinoy de nombre (o apodo, a quién le importa), poeta de apellido...

escuchen
                                                      

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te escucho...