lunes, 31 de octubre de 2022

selfish

Nos hacemos selfies perjudicadas en baños de antro a altas horas de la madrugada inmortalizando nuestras horas bajas y no tenemos la coartada de la edad.
Nos enamoramos a media primera vista y no tenemos el perdón de la ceguera.
Hurgamos la emoción a lo Stanislavski, arañando la entraña, creyéndonos únicos y complejos, para acabar abrazados al alka-seltzer, la ojera y el melodrama.

Nos lanzamos a abismos con arneses imaginarios desoyendo consejos porque creemos estar de vuelta y poseer este asfalto viendo como los cielos son algo que no se toca y así creemos entender la gravedad.
Nos tatuamos para ser diferentes y acabamos siendo clones bañados en tintas mediocres.

Nos exhibimos en nuestros poemas derramando todos los fluidos habidos y por haber y ya ni sabemos si gozamos o lloramos.
Jugando a ser bukowskis o pizarniks mientras se retuercen por ello en su más allá.
Nos decoramos las heridas, nos lamemos las culpas unos a otros como gatos esterilizados que no supieran querer a nadie.

Seres tecnológicos y decadentes al mismo tiempo. Crecimos con Blade Runner y leímos a Baudelaire. Hicimos interrail y nos enamoramos en Chequia. Sudamos en alguna rave y ahora renegamos de ello.

Le buscamos atajos al verbo para acabar no diciendo nada y terminamos en el naufragio de la estrofa recién nacidos a la intemperie.

Somos felices los dos minutos que suceden al poema y el resto es buscar algo que nos salve de la certeza de ser una versión empeorada de uno mismo al releerlo.

Erramos como novatos en la emboscada del amor y después miramos hacia otro lado colocándonos la ropa, el barro y el decoro tras la caída.
Nos reseteamos fríos y masticamos sobre el teclado la huida.
En slow motion nos observamos, y olvidamos que no todo resiste, que somos maleables, permeables y fallidos y dejamos que nos penetre cualquier cosa excepto la cordura.

Y después de tanto, sin edad, sin coartada, sin remedio,

con resaca, deterioro y algo de pena,
pienso: he tenido frío, he sentido vacío, algo se me escapa,
y constato: no sé reanudarme.

Ojalá entendiera que los mejores poemas se escriben con aliento y carne.

© Julia Roig



SELFISH
(un videopoema del mago José Ramón da Cruz



Hubo un tiempo en que el hambre no era de posesiones, sino de alimento y sensaciones. Hubo un tiempo, ya digo. Hoy el hambre es gula nunca satisfecha y no hay proceso digestivo que la aplaque, prendidos como andamos al avituallamiento de ropas, tecnologías y eso que han dado en llamar «experiencias» (lo que antaño era ir a un museo, viajar o salir de cena), entre otras tantas fruslerías. Afortunadamente quedan aún animales hambrientos de sensaciones que les inquieten el ánima y el intestino grueso. Para todo lo demás: la pantalla de su celular.

La poesía de Julia Roig es todo músculo y sudor. Fiereza domesticada por la ternura de saberse capaz de estremecer a ese puñado de animales hambrientos que merodean esquinas y callejas henchidos de vida y verbo cuando este se hace carne. La obra audiovisual de José Ramón da Cruz es todo fulgor y vértigo. Precipitación sutil de la que acelera el raciocinio más radiante de la oscuridad en que olfatean latidos ese puñado de animales hambrientos. Entre ambos han lanzado a dicha jauría la sublime carnada de este Selfish en que me han permitido deslizar el hocico. Una mirada es un bisturí y un poema es un cilicio.

Hoy que el hambre es de posesiones, son demasiados los que muerden para sorprenderse, contrariados, cuando sus dientes hincan el hueso. Yo, por mi parte, del hueso hasta el tuétano. Por eso acompaño a José y Julia en este Parkour salvaje con que solo pretendemos salvar el fuego. Así que pronto un nuevo milagro. Un nuevo salto al vacío. Y los que quedan.






miércoles, 19 de octubre de 2022

naufragio en el Gálata

Aquí lo siento, hay algo más que esa belleza de pensar, de dejar la mente en blanco, veloce inundarse de todo, como un silo enorme e imprudente. Quiero llenarme, abrirme, romperme en y con lo que me rodea. Quiero rezar aunque no sepa. Quiero gritar. Beber licores desconocidos. Esnifar los pliegues, los secretos, tu envés, los momentos que iban a pasar desapercibidos. Quiero detener el tiempo para ser consciente, concreta, punzante, como una flor que estalla y aprieta. Aquí, ahora, el uso del mundo. Pan ácimo. Una limosna en la piel, la piel del corazón, que nunca es coraza. Aquí morirá mi cuaderno, eso te digo, eso ocurre cuando ya está inundado en letras, en astros desordenados y un estigma tatuado con mis uñas en tu espalda. El horror es no habitarte. Este país no existe, lo hemos inventado juntos. Aquí me gritan las flores. Aquí es la vida la que me está viviendo. Aquí, justo en este momento, en la mirada mastín, en la caricia brutal de dos mundos antagónicos que se frotan en eterno. El deseo es húmedo y pegajoso. Tus falanges, preludio del derrumbe de mis baluartes, los posos del café lo están gritando: sepulta a esta hembra en una jungla de abrazos y miradas, ella con medio haz de luz lo va a destrozar todo. Esta es su narrativa invisible. A partir de ahora. Las herencias forzosas del desamor se están ahogando en el Gálata. A partir de ahora. y el amor es beber raki hasta el amanecer. A partir de ahora. Y después destronar al dolor siempre. A partir de ahora. Festejar la carne y la crudeza. A partir de ahora. Ser ser ser y no dejar de ser. A partir de ahora. Es mi cabello el que mece el viento. Aquí. Interprétame Ad Lítteram. No dejes nada. No me abrevies. El muecín canta en el lapso de nuestros gemidos. Sístole de mi vientre. Cópula en la cúpula de tu mirada. Ídolos que se rebelan ante un martirio envejecido. El corazón como un tambor bien vivo que las venas del tiempo, dilata. 

© Julia Roig y Pablo Cerezal 


NAUFRAGIO EN EL GÁLATA 
(un videopoema del mago José Ramón da Cruz)


Que José Ramón da Cruz atesora en su mirada la poética del mercurio desde su nacimiento a lomos de mareas contrapuestas ya lo dejé escrito. Que Julia Roig es una poeta mercurial en su modelar y acariciar la belleza como alimento, aliento y marea, también. Con ambos he tenido la fortuna que muchos mueren buscando equívocamente en el poseer pertenencias y caudales. Mi fortuna, en este caso, es haber podido poseer La Belleza, esa cosa que, como La Poesía, para nada sirve más allá de alimentar el ánima y al animal que la anima. Y es que ambos me han permitido entrar de puntillas en su excelsa manera de comprender la Poesía. Con ambos he tenido la fortuna de enredar latidos y neuronas que han gozado de las eternidades previas a ese alumbrar milagros a que están, ambos, tan acostumbrados en solitario. 

Desde hace un tiempo, mi fortuna se ha multiplicado en un tripartito de fogonazos en expansión. Un tripartito de creatividad afilada en carne, como cuchillo de matarife o espina de rosa carnívora. Un Parkour salvaje destinado a salvar el fuego. A este videopoema con que José ha regalado imagen, temblor, humedad, estallido, susurro y arritmia a nuestro Naufragio en el Gálata, le precede otro, delicada y brutalmente erigido sobre un brutal y delicado poema de Julia: Selfish.

Y resulta que Selfish ha sido seleccionado, de entre más de 200 videopoemas, por Maldito Festival de Videopoesía, uno de los certámenes audiovisuales más arriesgados y honestos del terruño. Un nuevo milagro. Un nuevo salto al vacío. Y los que aún quedan por delante.




domingo, 16 de octubre de 2022

down by the seaside (reloaded)

Abreva la tormenta entre tus vértebras y arraiga, en la piel de tus muslos, un trueno. Mientras, en su encrucijada, hace banquete la tormenta que inundará la ciudad embistiendo melodías parapetadas contra los charcos eco del batir palmas flamencas tus tacones cuando, al mediodía, diseñan el compás del tiempo que no tenemos. Hoy, que la luna no entiende de gatos castrados y riela caballos de fiebre tronando desfiladeros atlánticos como tropelía de mareas en que, sin herraduras, tocan fondo sombras chinas con nuestros cuerpos acribillados. He aquí la función sin tercer acto de labios moribundos de flor, espuma y nervio, mientras Robert Plant y Tori Amos copulan al filo de un verso. La noche y este calor que, con cada ocaso, me estrena, erecto y parado frente al espejo en que  enloquece, semilla mala, eterna y verde, la jungla de tu reflejo. La noche, los muslos y el freno. La fiebre del anhelo. La debacle de tu voz quebrando todos los huecos. La arritmia, la dicción y el verbo. La carne y este pantano de plasma tendido a los pies de la calma sucia que olvidan los vecinos en clarear de coladas la mañana que no sabe llegar porque tú no la quisiste o no la supiste estrenar. Engendramos costillas y lo dejamos todo roto, intacto y desquiciado. Costillas, verbos, tu vulva y bulbos raquídeos extirpados sobre la mesa de disección de este  nuevo otoño que te ve amanecer en horizontes tan otros. La beneficencia es un nido en que engendran poesía, como tacto en un cartón de leche recién estrenado, los embriones de tu rostro.

Mastico las raíces crudas del daño a la sombra del último cirio que lamió con su perfil de lumbre la ingravidez de tus costillas, allí donde pierden pie para naufragar la sensatez de mis caricias. De la garganta me brota una orquídea que te deletrea on the rocks, pero sin hielo, cuando las persianas se deflagran en un aquelarre de versos. 


Y la luz ejerciendo cabriolas mientras sobrevuela tu aliento. 

Y mi piel teñida del último crimen perpetrado en el funambulismo de tus besos.

Y el equilibrismo erróneo de este mundo dispuesto a tropezar contra los tejados de tu voracidad, sintiéndose menos falso si, definitivamente, tropieza o confunde el paso.