¿conoces, acaso, a ese animal
con el hocico ensangrentado?
paloma blanca del pañal robado y
cordón umbilical
como filete
tierno y brevemente
desgajado, seccionado,
milimétricamente despedazado
¿y la sonrisa, esa sierpe
enredada a las arterias
desbocadas del calendario?
la sonrisa que no es
de a diario santísima trinidad
del orgasmo trinitario
tronchado contra
las mareas rotas
del apabullir desdecentado
¿sabes de los desayunos fríos
y las pupilas hechas
mermelada de naranja amarga
contra el crujir de tu costado
cuando el boca
a boca
del sueño
troca por lunas que no
lo que en tu tráquea era broca
mientras en la mía cincel
de Bernini exacerbado?
qué sabrá la santa
del dardo en el pecho
y la sangre sin orilla
cuando su mirada
detenía la piedra
con un latido de mármol
¿podremos desplegar los mapas
que aún estamos
estudiando para medir
la raíz y la distancia
en saltos?
Apabullida y sonriente toda la piel
ResponderEliminarsiempre lo digo: el poeta novelista. Enorme.
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