sábado, 31 de agosto de 2024

carnage

Las temperaturas otorgan tregua a los silentes escribas del sudor que, de tanto en tanto, temen desfallecer. No es climatología lo que les derrumba. El sudor es aprendizaje de largo aliento, locomoción que se fragua en playlist etérea y paréntesis de silencio.

En la cocina, disponemos los cuchillos, las tijeras, los dientes sin mordida del tenedor y todos aquellos libros que dejamos abandonados a las lecturas del horno. Los porteadores del cafetal amanecerán, mañana, aún con legañas cuando les despintes de rímel las pestañas preguntándote si ya llegó a ebullición. Y no te das cuenta de que todo bulle y apabulle y que la piel es despensa de aquello que decidimos dejar olvidado en el vientre de esa urbe deconstruida que llamamos memoria. 

Disponer sobre la encimera los aparejos, como en día de pesca, y deleitarte una vez alcanzado el punto de ebullición. Momento de morder y dar a morder el anzuelo mientras contemplas todo una jungla de festividades abrazadas en la carne que, antes de ser masticada, desmenuza la tuya en degollinas de fiesta.

Celebración de la carne cruda ya caduco el carnaval. Espasmos del vientre de corza y mordidas benévolas en las pestañas del pez que aún se sabe vivo de nataciones y fosas. Golpe en la cerviz que contradice la tradición funesta en que desperdigan preces los conejos. Sus ojos enloquecidos en locomociones del viejo oeste, película de la tarde, patio de luces desde el que flechas te rizan las sienes mientras los indios pierden una nueva batalla. Pedazos de carne cruda y un cuchillo ambidiestro regalando muescas a ese momento en que habitamos lo eterno, tras morder toda la luz que pierde sentido cuando proyectada sobre una masacre de pupilas desorbitadas, émbolos espirituales y fogata de cabellos.

Como los antiguos druidas, entre las vísceras buscamos la respuesta.




domingo, 25 de agosto de 2024

Sofronia, un cut-up

estambres de ceguera, tu mirada espuela y mi cabalgar desbocado en enjambres de abejas armadas de garras todo miel para el sur de tus costuras cuando germina batallas o trigales arrasados por los noticiarios del napalm 

como bayonetas tus ojos haciendo del hasta luego futuro en retirada

después consejo de guerra, agachar la cerviz y esparcir el verdugo mareas de calma chicha ante los sembradíos glotones de tus pupilas como bastiones de la fe viral en que relincho abriendo puertas a esa Edad Media que solloza todas las calles en las que aún no nos hemos perdido

qué son esas luces, preguntas

los astros que contabilizo cuando ya no hay mascarada bovina evadiendo la memoria de tu pecho ni la nariz de tu espalda plena de espliego y tullida de lavanda

Sofronia como urbe paciente esperando el plegarse definitivo de los mapas

insomne ciudad de latidos negros en que pesadillas flamencas palmean ecos cuando sin amanecer lo que la completa regalando realidad a sus calles y acequias que no, el circo instalado en la plaza que ayer, los volatineros del cielo nunca, las burras de carga del futuro inconsciente, el humo imberbe de los taxis sin cliente, los brindis al sol del perfil Edison y, siempre, sus muslos como nervios masticados a la luz de ninguna lumbre