Hoy en día no tiene sentido escribir una novela al estilo decimonónico... eso ya está hecho...y sí, enseñan cómo construirla en miles de talleres de literatura... es como una urbanización de adosados clones unos de otros donde sólo la ficción, el engaño, te hace creer que vives en una zona exclusiva y natural... y no... aunque sea lo que se vende o más bien lo que compra el consumidor bien informado que no se deja influenciar por lo que las corporaciones quieren que compre... NO...
extracto de La Cámara de Niebla (Alfonso Xen Rabanal)
dedicado a Maica...que escribe sin más horizonte que el siguiente párrafo
es así que la noche viene de nuevo a equivocarme los sentidos, absortos y sometidos a un violento vendaval de alcoholes e inconsciencias. No es el metódico y prolongado desarreglo de todos los sentidos que proclamase y pusiese en práctica un iluminado Rimbaud, no, tan sólo es un remedo de la grotesca mueca que practico ante el espejo cuando sé que el vapor de la ducha la desdibujará sin dejar rastro.
El espejo: catalógo de vacuas vanidades e inevitables fracasos.
Y la noche, decía, provoca que mis músculos busquen sin éxito el aleteo fulgurante y tenso de tus labios, ya abandonados al fragor mudo del sueño
llega la mañana desgarrando el lacre de mis pestañas, con su sinfonía de recuerdos a medio componer y su danza de insensateces venideras. La promesa de tormenta aún permite que un haz de luz violente la habitación para iluminar tu grupa cansada a la que, de inmediato, deseo trepar. Pero no, tú aún estás dormida y respeto el sueño que yo no alcanzo, no tengo. Abandono la fragancia de vino barato y temperatura mal calibrada que es este colchón amordazado por sábanas húmedas y retazos de franela, tirado en mitad de la habitación, y mis manos sorprenden la ilusoria prepotencia de una descabellada erección que anhelo asesinar en tu garganta. Pero tú aún estás dormida y, ya digo, respeto tu descanso, ese preciado bien que a mí me está vetado
mirar ese cuerpo como si fuese otro, no el habitual reflejo que he querido moldear para mis ilusiones, sino el envés del mismo, ese otro lado en que se retuercen las siluetas hasta romper geometrías y afilar deseos. Ocurre, quiero imaginar, porque aún no reconozco estas paredes como las que habitarán mis horas, mis melancolías. Porque es duro regresar a casa y no reconocerla como propia. No es fácil volver al hogar y saber que aún ni siquiera ha tenido tiempo de serlo, que en breve habrás de abandonarlo, que aún no existe en él un hueco privilegiado por tus pensamientos para la lectura, o para escribir sin que la venganza fresca del sol en retirada despierte reflejos incómodos, cegadores, o para masturbarte sin temer ser descubierto por los desconocidos vecinos. Debe ser la razón de este desconcierto que sombrea hoy mis movimientos, en esta mañana de resaca y vértigo en que sólo desearía seguir durmiendo, como tú, profundamente. Aunque no pueda ya nunca hacerlo, como tú, inocentemente
...y las voces del extrarradio aderezando este café mal calibrado que se asoma a la ventana arrebatándome el puesto de vigía que gusto de ejercer, cada mañana montañas al fondo glorieta de nubarrón cauce huérfano de corriente lavadero de basuras, y las cholitas que bajan al valle para vender los productos robados a la Pacha Mama vienen cantando más bien susurrando, siempre la timidez, Bolivia tímida, Bolivia desacompasada en la danza ebria del progreso, Bolivia aún atenazada de miedos y suspicacias, Bolivia me mira desde detrás de las pupilas encogidas de la joven que cesa su canturreo al verme difuminando con mi silueta noctívaga el vano de la ventana, humeando aún el café en la taza de cerámica barata sólo tres bolivianos no más que sostengo entre las manos, pero más baratas las baratijas que, entre legumbres y frutas recién nacidas, porta la cholita que bordea este basural cercano que antaño fuese río y que, quién sabe, tal vez desembocase en un fragante baño de perezas y amaneceres en vez de en este soliloquio turbio de los residuos orgánicos...
despiertas y eres tú, de nuevo, ya no la promesa de lujuria y desvarío que prometía tu figura en la cama, desnuda de consciencia palabras y pijama. Resulta que antes de acudir al cuarto de baño te acercas a posar la promesa de un beso sobre mi cuello desnudo. Y la cholita lo ve, reorienta con descaro, hacia mí, su mirada y me sonríe desde sus 15 años como lo haría...¿quién?, ¿tal vez tú cuando abandones la carcajada subterránea del inodoro que ensucia de eco digestivo las silenciosas paredes de granito?, ¿o quizás esa otra que eras mientras dormías y yo acariciaba el violín de tu cabello para arrancarle notas de amor inacabado?
...y como en una película cuya trama abandonas ante el brutal asedio del sueño las calles comenzarán de nuevo a acelerar su irregular geometría de infectos socavones, asfalto abortado, cañerías asesinadas, al compás irresoluto de la carrera matutina, montado en el taxi, o en el trufi o micro que además de mi cadáver y la gloria de tu mirada porte los desórdenes corporales de viajeros que nunca conocerás aunque compartan escueto espacio contigo, cada mañana, y pensarás en lo sencillo que es acostumbrarse a una vida que carece de todo lo que ayer considerábamos cómodo...tan fácil y suave como ahora cerrar la bombona del gas por evitar esa explosión que nunca llegará pero que de hacerlo nos dejaría sin el hogar que aún no tenemos...
sales del cuarto de baño y el café con leche tres cucharillas de azúcar más leche que café caliente pero que no lastime los labios con exceso de temperatura te espera ya en la mesa, y me besas y preguntas mermelada o huevo y ya sabes la respuesta y es por ello que me enloquece escuchar la pregunta que has formulado sólo por verme sonreír y decir: huevo...poco hecho...y abrazarte y susurrarte no sé que haría sin ti...aunque en ocasiones seas otra
mirar ese cuerpo como si fuese otro, no el habitual reflejo que he querido moldear para mis ilusiones, sino el envés del mismo, ese otro lado en que se retuercen las siluetas hasta romper geometrías y afilar deseos. Ocurre, quiero imaginar, porque aún no reconozco estas paredes como las que habitarán mis horas, mis melancolías. Porque es duro regresar a casa y no reconocerla como propia. No es fácil volver al hogar y saber que aún ni siquiera ha tenido tiempo de serlo, que en breve habrás de abandonarlo, que aún no existe en él un hueco privilegiado por tus pensamientos para la lectura, o para escribir sin que la venganza fresca del sol en retirada despierte reflejos incómodos, cegadores, o para masturbarte sin temer ser descubierto por los desconocidos vecinos. Debe ser la razón de este desconcierto que sombrea hoy mis movimientos, en esta mañana de resaca y vértigo en que sólo desearía seguir durmiendo, como tú, profundamente. Aunque no pueda ya nunca hacerlo, como tú, inocentemente
...y las voces del extrarradio aderezando este café mal calibrado que se asoma a la ventana arrebatándome el puesto de vigía que gusto de ejercer, cada mañana montañas al fondo glorieta de nubarrón cauce huérfano de corriente lavadero de basuras, y las cholitas que bajan al valle para vender los productos robados a la Pacha Mama vienen cantando más bien susurrando, siempre la timidez, Bolivia tímida, Bolivia desacompasada en la danza ebria del progreso, Bolivia aún atenazada de miedos y suspicacias, Bolivia me mira desde detrás de las pupilas encogidas de la joven que cesa su canturreo al verme difuminando con mi silueta noctívaga el vano de la ventana, humeando aún el café en la taza de cerámica barata sólo tres bolivianos no más que sostengo entre las manos, pero más baratas las baratijas que, entre legumbres y frutas recién nacidas, porta la cholita que bordea este basural cercano que antaño fuese río y que, quién sabe, tal vez desembocase en un fragante baño de perezas y amaneceres en vez de en este soliloquio turbio de los residuos orgánicos...
despiertas y eres tú, de nuevo, ya no la promesa de lujuria y desvarío que prometía tu figura en la cama, desnuda de consciencia palabras y pijama. Resulta que antes de acudir al cuarto de baño te acercas a posar la promesa de un beso sobre mi cuello desnudo. Y la cholita lo ve, reorienta con descaro, hacia mí, su mirada y me sonríe desde sus 15 años como lo haría...¿quién?, ¿tal vez tú cuando abandones la carcajada subterránea del inodoro que ensucia de eco digestivo las silenciosas paredes de granito?, ¿o quizás esa otra que eras mientras dormías y yo acariciaba el violín de tu cabello para arrancarle notas de amor inacabado?
...y como en una película cuya trama abandonas ante el brutal asedio del sueño las calles comenzarán de nuevo a acelerar su irregular geometría de infectos socavones, asfalto abortado, cañerías asesinadas, al compás irresoluto de la carrera matutina, montado en el taxi, o en el trufi o micro que además de mi cadáver y la gloria de tu mirada porte los desórdenes corporales de viajeros que nunca conocerás aunque compartan escueto espacio contigo, cada mañana, y pensarás en lo sencillo que es acostumbrarse a una vida que carece de todo lo que ayer considerábamos cómodo...tan fácil y suave como ahora cerrar la bombona del gas por evitar esa explosión que nunca llegará pero que de hacerlo nos dejaría sin el hogar que aún no tenemos...
sales del cuarto de baño y el café con leche tres cucharillas de azúcar más leche que café caliente pero que no lastime los labios con exceso de temperatura te espera ya en la mesa, y me besas y preguntas mermelada o huevo y ya sabes la respuesta y es por ello que me enloquece escuchar la pregunta que has formulado sólo por verme sonreír y decir: huevo...poco hecho...y abrazarte y susurrarte no sé que haría sin ti...aunque en ocasiones seas otra
ES IMPOSIBLE QUE DE AQUÍ SALGA UNA NOVELA
¿NO CREES?
Quién sabe. De aquí o de dónde tires puede salir una novela.
ResponderEliminarDesaparecí por un instante, y leyendo, se agradece.
Sublime, Pablo. Es un placer deslizarse por el cálido verbo encadenado que se ciñe dócil a la expresión destilada de tu alma. La novela no sé..... El libro está
ResponderEliminar¡Gracias!!