martes, 8 de diciembre de 2020

estaciones

 

Sabe a ti este temblor de simiente entre mis dedos, a pesar de ser solo remembranza del naufragio de mis labios al vórtice de tu deseo.

Los taxistas hacen ronda en el aeropuerto a la espera de turistas de origen incierto.

Las farolas adiestran con esmero su hambre de sombra huérfana de cierzo.

Los ciudadanos repliegan su apetito en los palacios de invierno de la cena sin riesgo.

Y yo paseo las calles de una ciudad sin vida, únicamente animada por el susurro de hojas secas en que tropiezan mis labios tras pronunciar el nombre con que quise apellidar el instante en que tu carne se hizo verbo.

Ahora, mira cómo me acaricio para depositar en el paladar, cual jugo robado a la fruta inmadura de tu exceso, esta gota en que me vierto como lluvia suicidando su disfraz de nevermore y reloj sincero.

Fue primavera y ya es otoño, casi invierno. Y el verano, hoy, ente mis dedos, cual ambrosía de recuerdos.




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te escucho...