martes, 11 de enero de 2022

gatos en ghettos

 a Joseph Gazzano, que nunca aparta la mirada

Aún me atropella, cada día, la inauguración de tu sonrisa guillotinando excesos al filo de un cepillo de dientes apenas estrenado... aún tus cabellos aferrándose al dictado frágil del adecentamiento cotidiano de una casa que nunca ha sido mía y solo es hogar cuando tú la recorres con maneras de cangrejo lúbrico a punto de morder la prisa. 

Y así sigo sumergiendo, cada día, ese cepillo de dientes en la dentifricción equívoca de un H2O que cabalga ajeno a niños hechos de sed tan infame e infantil como la que a mí, hoy, me despierta tu ausencia  hecha de la taquicardia rosa y azul, casi Picasso, de tus labios tal que unicornios dolidos de la enfermedad de la distancia, ellos, tan ágiles, ellos, tan cuerdos a pesar de fungir con orgullo la musculatura de un solo cuerno, como si fuese esa única mano que busca la mía en siderurgia de planetas lanzándole un órdago a la naturaleza.

Y así te contemplo sin apartar la mirada de esa piel en que todos los incendios se congregan, por más que mis pupilas sigan cegadas de tu saliva.

Y así me hallo desnudo en mitad de un salón que, en su mesa de autopsias, se busca las mitades, así departido en partituras añejas con manera de arcángel, así ajeno a las cancamusas que acechan el baile que ejerces, a diario, con tropel de cuchillas ejercitándole el torso a este aire que nos separa pero que nunca es distante.

Así y ahora bailamos solos, desnudos, en esta distancia hecha de piel y de acordes de una playlist interminable.

En cualquier callejón cercano, un gato maúlla tu llegada con el lomo forjado, de lejos, en la electricidad de tus manos.





2 comentarios:

  1. Maullido de fiebre y delirio

    Coloso

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    1. Colosal el maullido que guardo en mi escueto pecho... Gracias por el arrullo

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te escucho...