nací cuando terciaba el siglo y
la piel de lo profundo
vuelta hacia adentro
tiritaba
ante la acometida
de las astas de animales/bestias
señoreando el precipicio
la piel de lo profundo
vuelta hacia adentro
tiritaba
ante la acometida
de las astas de animales/bestias
señoreando el precipicio
las caras de Bélmez aúllan
tu nombre en un mantra
de desconchones
por las esquirlas caídas
y los cristos crucificados
contra un atardecer de simulacros
o un amanecer de huidas
que hacen burla a mis heridas
con su lengua de escayola rota
increpando mis cicatrices
boquiabiertas
y necesitadas de suturas
zurcidas en dicción y saliva
por una enfermera que
enciende su lubricidad
con un parche en el ojo que no me mira
o me ve desde la pupila de otro
contempla toda esta debacle
de carne cruda
salándose
al albur del ferragosto
y huyendo de la luz
fermentada en la memoria de tu rostro
las caras de Bélmez contaban
verdades para quien las quisiese escuchar
y entre estas 4 paredes se agita
el eco de tu orgasmo como
un trinar de pájaros
ansiosos de ser cuervos
para devorarme los dos ojos
o injertarlos en mis manos
y que así te miren bien cuando
en el fondo de tu vientre
ejecutan pasos de un baile
que nos danza
hasta el final del amor
o el génesis
de todos los milagros
y está el sudor
y este saber que ya no puedo
seguir escribiendo como sangro:
a golpes,
a borbotones y empantanando
ideas marchitas y rabia de renglones
pero le sienta bien
a tus labios
el carmín de mis desahucios
liturgia profana
este desacato en que anido
tu voz
libre de toda autoridad/sucia
de todo mi llanto
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te escucho...