Tal vez viva soñándome vivir eternamente acunado bajo la cúpula atroz de tu vientre porque es real capilla en que ofrecer mis preces y enjugar mis lágrimas por esta realidad que tanto me duele.
Espero, agazapado en tu saliva, el momento en que se exhiban las voces de los poetas martirizándose hasta la siguiente efeméride.
Tal vez yo no comprenda nada y tú seas la realidad que ni tú misma deseas afrontar. El animal herido en el talón con un vidrio roto rescatado de la penúltima reyerta en el puerto o en el malecón, tal vez en un búnker hecho de campo abierto y carreteras rotas por el ciclismo de los déspotas que no te inquietan pero te quiebran el quehacer cotidiano. Tal vez el alcohol no consumido más que en botellas labio de sierpe que nunca serán, más que en mi mente, ingeniería de Molotov.
que jamás disteis en el blanco:
un montón de gargantas están creciendo
en cuellos de camisa abiertos
como botellas de leche congelada
en una calle a las cinco de la madrugada
gargantas que esperan
cicatrices de mordiscos
pero que aceptarían agujeros de bala
Vosotras inquietas balas
perdidas en enjambres
procedentes de guerras no decididas
aferraos
a estas desnudas gargantas
que necesitan algo
de decoración
Yo ya he hecho mi trabajo:
tenía tres joyas
nada más
y las he colocado
sobre mis elecciones
joyas
aunque se comportaban como
balas:
un instante de rubí
antes de que las manos
se alzaran
para detener la sangría
Y tú la de allá
mi pequeña acróbata:
gira rápido
Tras de mí
no hay cuidado
y el aire
está armado hasta los dientes
y tiene
una puntería enloquecida
algo así aullaba Leonard Cohen y yo lo leo y me abismo en el vértigo y siento tu temperatura y todo se escarcha sin tu tacto y todo es Bacon ejerciendo suturas sobre un lienzo de pura carne herida y me pregunto:
¿Qué sabremos quienes no lo somos y jugamos a la poesía cuando jugamos con Ella?
¿Qué los dedos niños sin piezas de despedida?
¿Qué de las piezas de la risa cercenada?
¿Qué sabréis los poetas más allá de la frase exacta que despierta la rabia, la llama dubitativa que incendia la calma?
¿Qué sabréis quienes os llamáis poetas y perdéis la esencia de esa guerra sin bandos en que hay que tomar partido para salir bien en la foto finish del final de fiesta?
Exhibirse como víctima es la mejor estrategia para asesinar sin que lo parezca.
Eran cerca de las once. Dije adiós a la madre y a la hermana. Estaban preparando, una para su hijo, otra para su marido, la comida de la tarde y de la noche siguiente. Y como lo que ahora diré forma parte de mis recuerdos de 1970, tengo que escribirlo: en el retrete de esa casita palestina fue donde aprendí a prescindir de papel higiénico y a utilizar con limpieza la botella de agua. Puesto que había bebido y comido en la casa, mi intimidad con ella fue total.
Jean Genet lo tenía claro, pero yo aún me pregunto qué sabréis los poetas mientras muero por invadirte, carnívoro, cuchillo magma magnético, el vientre y ni siquiera lo intuyes y todo es opaco cuando no te viertes invadiéndome los flancos, cuando no hay retaguardia y el momento es exacto si hay niños obligados a aprender qué es el fósforo blanco.
¿Qué sabréis los poetas?
Qué sabrán los no salvajes
ResponderEliminarQué sabrán los tibios
Vida vida vida
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