escucho tu saliva
destrozando a dentelladas
la sinrazón de mi nuca
y la curvatura animal
con que me animas la espalda
un Basquiat de sangre
entre mis piernas
y lluvia ácida
regada en jazmín
justificando tu aliento,
revolviéndome la cordura,
y tus dedos
el cabello,
y los caballos sin bridas
y los astros ciegos
fantaseando tu cuerpo
¿de qué barro te hicieron las piernas?
¿sal de qué acuario me traes en tu garganta?
¿de qué jungla extirparon tu mirada?
¿qué brutal artista prefirió no sacrificar tu vientre con tortura de pigmentos?
me miras de reojo como si te estuviese esperando
en Alexanderplatz
mientras la nieve que me pinta el cabello
no fuese ya frío sino fuego
corres la cortina a tu mirada
como quien levanta el auricular
de un teléfono rojo sin vuelo a Moscú
y bendices mi pecho
tiznándolo de azul
en la mañana un psicópata
escancia café entre tus labios
cuando las vecinas
del domingo de otro siglo
se hacen cruces ante la crucifixión
de gimnasias imposibles
en que te muerdo
con uvas desecadas de pulpa y fricción
Te vas como quien inaugura un aeropuerto
y perder tu perfil me da más miedo
que nacer internado en el Hospital del Tórax
o caminar perdido en Torres Blancas
persiguiendo en circunferencias
de hormigón y vidrio
tu reflejo...
persiguiendo en música circular
el envés de tus besos
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te escucho...