domingo, 1 de septiembre de 2024

trote cúrcuma y canela

a Sendoa BilbaoVíctor García Álvarez

Seguimos en la cocina, como ayer, disponiendo en cirugía inversa los alimentos. También música lo es. Se puede masticar toda vez que esté cocinada para embridar. Cabellos, decía anoche. Caballos cabalgamos hoy por más que les añoremos el lomo y su envés. Ambos se dejan recorrer mientras galopan humedales asiáticos y monzones caribes. Ambos contemplan las dunas del Sahara desde su mirada girostática como fermentada en el altiplano. Allá donde el oxígeno escasea porque se lo robaron unas pupilas para hacer con él figuritas de barro. Como el caudal de las esperanzas entre la dactilografía alfarera de una pitonisa que cruza los dedos antes de hundirlos en lo más profundo del sueño anhelando ver cómo sangra. Fugaz sabiduría del futuro añorado, no por futuro, sino por certero y exacto, aunque sólo durase un instante. Hacerlo suyo, pretende. Provocarme la punción del teclado aun sabiendo que mi carne ya se duele de herradura con el envés tatuado. 

Caballos cabalgamos y cabellos mezclamos con cúrcuma y canela que los anestesie de daño. Hemos preparado, con delicadeza y brutalidad, el banquete del que no quedará resto si lo decidimos devorar.

Desde lejos, venciendo mareas, perforando firmamentos, metálicas aves de paso que no desean pasar de largo ante nuestro ágape de fiebre, seda y puñal. Caballos que se sueñan calmos en la hora de abrevar los pastos de un futuro que, no por incierto, deja de sentirse real. Hoy es ayer y necesito repetirlo hasta la insaciable saciedad. En esto creo. Esta es mi realidad.



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