lunes, 16 de septiembre de 2024

inmediatez del verbo recreado

dijiste que no alcanzaba a comprender o no escuchaba, tal vez no quisiese hacerlo, que nadie desea escuchar ciertos toques de campana, 

que el mañana era una alfombra de pétalos eviscerados y la premonición de un desgarro en el muslo, que la felicidad breve como pecho no ejercitado y que las copas de vino saben a mezcal porque la realidad siempre es mexicana, que la escapada nueva ola y su espuma mastica peces como fritura turística aliñada por las noches que no se duermen en calma, que las metas elipsis de futuro y sólo importa estar siempre en el camino buscándose los pies para masticarlos con dientes de gitano húngaro huérfano de violín y metal bien timbrado, que los ríos dan a algún puerto cuando los mástiles danzan marea calma al albur de la carne tensa y tan afilada y escueta como caníbal entre las esquirlas de barriles de ron o vientre de vidrio desangrado por la media tarde, que el baile está esperando su propia defunción para verte dervichear (eso no lo dijiste, yo lo confirmo) entre velas inciensos candiles y pupilas ya perdido el color que nunca tuvieron tal que escabechadas junto a una voz que ansía desgajar arterias al vientre de un furgón policial de atraco inverso, 

que la duda enrosca su piel ofidia al tobillo roto de la madrugada, dijiste murmullo cuando la noche era un ciempiés y todo lo oscuro tronaba





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te escucho...