jueves, 17 de octubre de 2024

practicando el barro

Algo roto y las fascinantes dactilografías de la saliva ajena. Dicción que sana esas verbenas en que, vertiginosos, se afilan nuestros ligamentos cuando la hendidura todo lo revienta. Ya tengo el jarrón completo, recuperadas todas sus piezas. Sí, contiene cicatrices. Incluso el barro se duele, no miento. Pero ya tengo el jarrón completo. Muchos japoneses aún practican el kintsugi sabiendo que un desgarro puede alumbrar una obra de arte. Busco. Busco en mi árbol genealógico y ni en lo más recóndito encuentro raigón oriental que me incite a tanta inmovilidad. Pero estoy erigiendo, despacio, en mi derrumbe un ánfora prieta de primaveras que, aun mordiendo otoño sus bridas, se acabarán comprendiendo hiedra. Más que un jardín de pusilánimes brotes, un jolgorio de trópico deletreado en el galope que el tiempo decide ejercernos sobre el pecho cuando sólo es escueta memoria de lo inmenso. En las orillas la piel, envejeciendo con redundancia de oleaje masacrado por tu crin. Y para cada nueva rotura una nueva arteria de polvo de oro a lo Klimt. El barro es dúctil cuando no se desea simple molécula. Podrás hacer con su voluble rompecabezas lo que más te lata, pero ya grietas muerden luz a esa cerámica caverna en que te recluyeron el deseo. La adhesión es la respuesta, o algo así, me labró en las sienes a fuerza de insistencia alguien a quien aún quiero. Y sé que no se equivocaba. También que porque sueño no lo estoy, y aunque lo estuviese no pienso desaparecerme en la demora y seguiré adelante cual montura solidaria de aquel zagal que con embestidas hembra supo violentar el Poema. Con o sin luz, el barro palpita en sus grietas.


Hey baby, there's something in your eyes
Trying to say to me
That I'm gonna be alright if I believe in you
It's all I want to do
Tom Petty

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