sábado, 18 de octubre de 2025

muérdeme la luz

«Detente este día y esta noche conmigo y alcanzarás el origen de todos los poemas».
Walt Whitman

Todo noche los intentos que nos fracasaron. Todo luz el envés cuando los masticábamos pulcros de errores y erróneos de acantilados. Dúctil seda acompasando la tibieza sucia de la madrugada. 

Contemplo tu mirada apuñalada por la luz cuando criminal cobarde tras la ventana. Tu piel ebria geografía, mapa en que pierden coordenadas la ingrávida Guayaquil, la escindida isla de Juan Fernández y el flujo severo del río Urubamba. Tus labios origen de todas las dicciones que parieron los diccionarios, del latín al cirílico y vuelta al extrarradio, y mis pasos mejor cuando junto a los tuyos descalzos. 

Todo es noche a pesar de esta huelga de nubes en el exabrupto continuo del barrio en día sábado que bien podría ser efeméride de algo. Mis dedos ensayan danza de lluvia que invoca húmeda sal del último baño atlántico. Trenzando la arena, caballos salvajes disfrazados de bisontes disfrazados de tormenta disfrazada de baile disfrazado de fin de fiesta que se ignora a sí misma porque comprende haberse equivocado en un fade out que retrotrae, como tanino de Syrah, Cabernet Sauvignon, Malbec, Petit Verdot, Tempranillo y Merlot al largo paladar de la media tarde. Rotundo vendaval de frescor que abre senderos, entre tomillos secos y madera quemada, hacia la fábrica de chocolate que heredó CharlieCuánta elegancia anida este gusto a milagro desde lo más hondo del sabor que naufragó la carne para enseñarle a Jesucristo qué cosas son los milagros. Trocar el agua en vino estuvo bien. Pero atrévete a trocar en mantequilla el daño cuando se fisura una costilla, que eso poco sucede y de ello poco se dice y para qué, si no es necesario. Han muerto demasiados calendarios y nadie, después, lo ha vuelto a intentar. Ha pasado el tiempo. Hemos aprendido a nombrarlo y ya existe como memoria del porvenir y aun sin saber qué hacemos con él no dejamos de inventarlo. 

Todo es noche cuando arrecia el ansia de cópula en que se enzarzan los gatos. Saltamos, como ellos, desde la terraza pero hacia arriba, para alcanzar tejados sobre los que, bien sobrados de mandíbula y canto, comprendemos no haber llegado más alto. Más ya no es posible que como cuando abajo y tan adentro. Lo demás es literatura de centro comercial y galardón zafio, esa que contradice los latidos enhebrados junto a un nuevo entramado ferroviario. Extinta ya la secular separación entre carne y alma descubrimos que retorna la noche cuando todo es partir. Pero blancos nuestros pies aún, masticados de luz, reptando grietas horadadas en nuestro enloquecido vals de peonza que se robó las falanges. 

Todo es noche, todo es piel, todo es luz y tú la sierpe. Como intentar aprender cómo aprehender el poema por siempre.



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