... vengo de una medianoche acunada a lomos de bahía norteña... de un atardecer que huele a café recién acunado al mimbre de un sueño... aunque sólo debería prepararse por la mañana, lo sé, Arábica me ruge aún la piel y el paladar... y sé que sólo debería prepararse en la mañana, cuando papilas y pituitaria vienen atropelladas de exceso que, en el remolino opaco del café, como en el sin color de la lavadora, debería quedar bien adecentado... como las culpas que se centrifugan para nunca quedar aniquiladas... mira, espantado, cómo se amarran a un retazo de sueño que delineará montaña rusa en las tecnologías de los tiempos obligados a caminar el cable funámbulo de una vida sana... mientras, afilo el olfato y me pregunto por qué no brillan mis uñas afiladas... tal vez porque su cutícula ya se ha otorgado nacionalidad de temperatura blanca... tan blanca como ese ruido que nos arrulla en la huida negritud de unas sábanas soñándose sombra en escapada cuando el blackout de lo cotidiano... cada día una fiesta, me advierte el olfato y me pregunta, mirándose al reflejo ojeroso que escupe el espejo: si no, de qué otro día... para qué si al amanecer las sirenas no tienen dedos en los pies y no caminan la cuerda floja...
lunes, 17 de noviembre de 2025
midnight on the bay
«Cuando no tengas fe ni yerba de ayer secándose al sol».
Francisco Umbral
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te escucho...