martes, 24 de mayo de 2022

tus dunas, la sed y el desierto


Esta noche te espero en mi cuarto, salta por la ventana, ¡valiente!
Ana a Otto, en Los amantes del círculo polar

vengo de reyertas perdidas en una partida de dados, de trifulcas sin enemigo más allá de mi propio destino, tipo Newman y Redford en aquel viejo filme en que me abismo para que me recuerde aquel otro en que todos mienten y nadie es capaz de adivinar el truco ante el que me sorprendo en cada ocasión, golpeado como un niño intacto de daños...

vengo de golpearme en los autos de choque de eso que llaman lo adulto, y de contemplar al macho que os embaucó con sus bíceps de adolescencia, su sonrisa sin coartada y sus esfuerzos de gimnasio pasándome por la izquierda para robarme la hembra que solo era sueño y nunca soñé como presa...

y, de repente, el pasado es solo un tiempo verbal y asimilo que me ha brotado una orquídea, salvaje y extraña, entre los labios: ha germinado en mi tráquea y ahora me asfixia su aroma de selva no domesticada y la nariz me engulle la cara porque su aroma me desborda el olfato...

palabras más, palabras menos, esto es casi todo lo que te puedo decir: me ha brotado una orquídea desconocida y salvaje entre los labios...

desconocida como un mar intacto de naufragios o un unicornio que solo habita los sueños de quienes venimos vencidos y desgastados, vestidos de frustración y ocultando un DNI pequeño que escupe grafías que desean decir algo así como: profesión: derrotado...

palabras más, palabras menos, esto es todo lo que te puedo decir además de que mi garganta ya solo arranca afonías al albur de un mantra de dos sílabas tibetanas chapoteando una circuncisión de pétalos como deseos que, de nuevo, temo se jueguen solo en una partida de dados...

eso, solo eso, y que la poesía no es más que una herramienta de despiece que abulta vientres en que suturan mordiscos que, con el tiempo, se pierden para acabar pernoctando en las más recónditas vísceras de aquellos que se dicen valientes...

y es que son bien pocas las pocas ocasiones en que sabes bien que todo depende de lo bien que camines tu funambulismo de cables que no entiendes...

pocas las ocasiones en que plagias a Picasso diciéndote «un cable es un cable, un funámbulo un funámbulo y un abismo es el espanto»...

escasas las ocasiones en que podrías rubricar con un desliz como un degüello el dorso equivocado del futuro porque tienes la certeza, en tales ocasiones, de que te va la vida en ello...





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te escucho...